Tumbas de Sal

Hace ya unos días, allá por el 13 de agosto hablaba sobre Timofónica y lo que me cobraba por su cara bonita. Un servicio de antivirus supuestamente contratado por mí (y una mierda) y el alquiler de un teléfono de los años 60.
Hoy puedo decir que estoy anodadado. Hoy me he levantado con fuerzas, con ganas y con vitalidad para mi esperada discusión vía telefónica con el/la recepcionista de turno. Universalmente conocido es que darse de baja de cualquier cosa por teléfono (y encima de una empresa de telefonía e internet) es poco menos que misión imposible, mi experiencia pasada con la antigua Madritel me servía de entrenamiento para lo que se me avecinaba.
Crujo los dedos, estiro el cuello, marco el 1004 y suspiro.

- Tengo supuestamente ésto contratado y lo quiero... dar de baja.
- ¿Número de teléfono?, un momento por favor -dos o tres momentos...- Ya está.
- ¿Ya?, ¿en serio?, ¿sin más?. -voy a aprovechar- Ah, otra cosita, también tengo ésto otro y quería quitarlo también.
- Un momento por favor -cuatro o cinco momentos...- Ya está.
- Vale, muy bien, muchas gracias.

¡¡¡¿QUÉEEEEEEEEEEE?!!!. ¡Que me han dado dos servicios de baja en una misma llamada, en apenas 15 minutos, sin pedir nada, sin explicar nada, sin llevarme por las ramas, sin hacerme publicidad, haciendo simplemente su trabajo!.
Aún no me lo explico. Definitivamente la chiquilla era nueva.